Museo Aeroespacial de Pima
Más de 160,000 personas por año visitan el Museo Aeroespacial de Pima, el
museo aeroespacial no gubernamental financiado por el sector privado más grande
del mundo. Con unas 300 aeronaves en exhibición en sus 80 acres en
Tucson, Arizona, las instalaciones se ubican en el medio de un paraíso para los
amantes de los aviones. Justo al otro lado de la carretera, el “Cementerio”,
como suele llamarse al conjunto de instalaciones 309th Aerospace Maintenance and
Regeneration Group en la Base Davis-Monthan de la Fuerza Aérea, alberga más de
4,400 aeronaves excedentes de todas las ramas de las Fuerzas Armadas de los
Estados Unidos y el gobierno federal.
Pima ha adquirido la mayor parte de su colección a través de préstamos de “El
cementerio” o de otras fuentes federales, con aeronaves adicionales obtenidas
por donación o compra. Independientemente de la forma en la que llegaron al
museo, los helicópteros F-15, B-17, B-52, 737 y UH-1, entre otros, necesitan
arreglos y mantenimiento para conservar la calidad de exposición. Esta tarea
está a cargo de Scott Marchand, el director de colecciones y restauraciones
de aeronaves del museo. Un aspecto importante del mantenimiento incluye un
programa de pintura.
”Pintamos de 10 a 14 aviones por año”, declara, “según el tamaño,
el esquema de pintura y las condiciones climáticas”.
La cantidad de rayos UV exige atención al recubrimiento
El clima soleado de Arizona hace que la radiación ultravioleta sea el mayor
desafío para los recubrimientos de los aviones. Las pinturas con fórmulas
antiguas de las décadas de 1960 y 1970 han sido efectivas, según Marchand, pero,
en la década de 1990, muchas de estas han tenido que ser reformuladas para
cumplir con los requisitos de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA).
“Estas pinturas reformuladas fracasaron de forma estrepitosa, extensa y
horrorosa”, manifiesta, sin escatimar en palabras.
Hasta que en 2004 Marchand probó los recubrimientos de acabado para flotas
Prism® de Martin Senour, distribuidos por NAPA, y los ha utilizado desde
entonces. Prism, un sistema de poliuretano acrílico completo disponible en
tecnología de pintura base/barniz o capa de epoxi de fase única, se ofrece en
colores sólidos, metálicos y perlados. Prism, disponible en niveles de VOC de
0.5 lb/gal, 2.8 lb/gal y 3.5 lb/gal, es elegido por su aplicación
simple, sus excelentes propiedades de recubrimiento, sus tiempos de secado
rápido y su magnífico brillo. El museo utiliza mayormente la formulación Prism
de fase única de 3.5 lb/gal VOC.
El Museo Aeroespacial de Pima utiliza recubrimientos de alto brillo Prism
durante el proceso de pintura. Estos, en comparación con los acabados mate y
semi brillante, bloquean mejor los iones libres que normalmente se reflejan del
metal base y lentamente desgastan el recubrimiento, lo que provoca oxidación y
un acabado deficiente.
“Tenemos unos 140 aviones exhibidos fuera de nuestras instalaciones y,
cuanto más podamos conservar su buen aspecto, más tiempo y recursos monetarios
podremos dedicar a nuestras tareas”, concluye Marchand.
Las instalaciones permiten pintar en interiores y exteriores
Una instalación de restauración principal de 30,000 pies cuadrados con
puertas de 35 pies de alto funciona como centro de operaciones de pintura
en el Museo Aeroespacial de Pima, junto con una cabina de pulverización lo
suficientemente grande para albergar dos camiones de cemento. Si las aeronaves
no entran en la cabina de pulverización, son pintadas en exteriores, según una
dispensa de la EPA para el mantenimiento periódico de equipo de gran escala,
según Marchand. Para cumplir con las reglamentaciones de manejo del agua de la
EPA, el museo instaló recientemente una plataforma de lavado de aeronaves
aislada con un sistema de tratamiento de agua.
El proceso de pintura en el Museo Aeroespacial de Pima toma de seis a ocho
semanas para un avión de tamaño promedio, como un avión de combate F-15, y la
pintura real ocupa solo un tercio de ese tiempo. La preparación, en la que no se
requiere desmontaje, incluye un lavado a presión y un raspado de las superficies
a ser recubiertas, además de todas las reparaciones necesarias y el
recubrimiento de áreas para proteger contra la niebla de pulverización. La
pintura incluye una niebla de pintura base y, luego, una capa de epoxi. En su
mayoría, las cuadrillas no desarman aviones para pintura, dado que eso requiere
el uso de dispositivos de fijación y maniobra que el museo no tiene.
“Intentamos tener dos o tres aviones en diferentes etapas de preparación a la
vez”, explica Marchand. “Eso nos permite sacar mayor provecho del personal y los
voluntarios disponibles, así como de las condiciones climáticas. Queremos
garantizar que tenemos una tarea para los pintores cuando terminan el avión
anterior. El objetivo es mantener la brecha lo más corta posible al usar la
pistola de pintura”.
Un tinte Prism personalizado para cada trabajo
Con diferentes esquemas de colores para cada avión, el Museo Aeroespacial de
Pima cuenta con su propio tinte personalizado de pintura Prism de
Martin Senour para cada trabajo y solo mantiene en existencia los colores
distintivos rojo, blanco y azul (comúnmente utilizados en las aeronaves
militares y gubernamentales de los Estados Unidos). Por supuesto, el tamaño
del avión y el esquema de pintura determina la cantidad de pintura que se
utilizará, pero Marchand proporcionó uno de los trabajos más grandes del museo
como ejemplo.
“Unos años atrás, pintamos un ‘Peacemaker’ B-36”, declaró, haciendo referencia
al avión bombardero estratégico en servicio desde 1949 hasta 1959 y que, con
230 pies, tuvo la envergadura más grande de cualquier aeronave construida.
“Eso tomó varios meses de preparación, y la pintura real solo tardó ocho
semanas. Debido al calor del desierto, solo pudimos pintar durante algunas horas
por la mañana antes de que se calentara la superficie del avión. Utilizamos de
25 a 30 galones de pintura base para cubrir la aeronave; luego, de 40 a
45 galones de color plata metálico Prism para proporcionar tres capas de
epoxi; y luego, de 5 a 10 galones de color rojo, blanco y azul para el
distintivo y las marcas. Las cuadrillas utilizaron de 12 a 15 galones de
color blanco para cubrir la parte inferior del avión”.
Desde 2002, cuando Marchand se mudó de Canada, su país de origen, para ocupar un
puesto en el Museo Aeroespacial de Pima, ha supervisado el cuidado meticuloso
que se brinda al B-36 y a otras aeronaves en la colección del museo, y la
capacidad de los sistemas de recubrimiento Prism de Martin Senour de
preservar y proteger estos objetos preciados. En este paraíso para los amantes
de los aviones, ninguna otra cosa vale.